"Habrá que pasarse un pañito con colonia no más", dice la señora Ana Ferrada, paciente del pabellón de operados del Hospital Sótero del Río. Las mujeres, unas 10 en total, se ríen. "¿Qué otra cosa podemos hacer? A los pobres siempre nos dejan al último", sentencia Liliana Ríos, obteniendo la aprobación de sus compañeras.
Más allá de las bromas, la situación, la falta de gas, genera no solo un problema político entre Argentina y Chile. No es en los salones de la moneda donde se discute y donde es el problema, o donde se sufrirán las consecuencias. Donde el ministro Marcelo Tokman asegura que todo pasará y Ricardo Lagos pregona que debemos cuidar el medio ambiente, que la alerta ambiental no es ningún chiste, que hay que tener cuidado con la leña.
En el país trasandino la historia no es distinta. La onda polar lejos de congelar los ánimos los enciende. Al respecto, Luis Maira, embajador de Chile, declaró: "el ambiente está tenso, por un lado esta la solidaridad entre países, pero los argentinos quieren el gas para ellos. Lo que más he escuchado de la gente es 'qué pena por ustedes, pero acá también hace frío, ¿viste?' Hay que ser paciente y no alarmarse".
En el hospital, las señoras no pasaran frío, a pesar de que tengan que "pasarse un pañito con colonia". Todos los hospitales públicos cuentan con sistemas de gas y de petróleo. Sin embargo, "es indignante que tengamos esta dependencia, el Gobierno debe hacer algo para no convertirnos en lacayos de Argentina", declaró violentamente el ex presidenciable de
Mientras las señoras del hospital se congelaban psicológicamente, en la capital la ola de frío golpeó fuerte al igual que la falta de gas. El descontento por parte de la población se prende, igual que las chimeneas, frazadas eléctricas y las fieles estufas a parafina. Mientras, Ricardo Lagos Weber, el ministro Tokman y el Gobierno llaman a la calma.